Mas vale que voy a ir en mi bici, sea que está lloviendo.
Me fui preparada como para ir en guerra (esa guerra que vamos a tener entre suecia y argentina, un día lejos lejos de hoy).
Mis pantalones con rayas y las grandes de mi hermano.
Medias y una campera tan calentito como Hawai.
Ah, y una paragua y la música.
Despues de tres metros vino LA LLUVIA.
Yo seguía igual. Porque allí en Kulladal me esparaba la familia Diessler. Y unas pizzas caseras, hechas por Omar. Y una casa calentita. Valía todo la lluvia del mundo.
Era el cumpleanio de Omar.
Que pizzas. Eran casí casí como las que comemos en Buenos aires. Me puso todo sentimental y comía como un animal - sin verguenza!
No tenía un regalo para Omar, pero traje un kladdkaka.
Está noche me gustó.
Vino el famoso viento de otonio.
Ese viento que escuchas afuera de tu ventana cuando estás por dormir.
La lluvia.
Que golpea tu ventana frágil. Hace kli kli kli.
Tu pelo volando y tus mejillas rosas cuando volves a casa.
Me hago el te con kanela y miel.
La gente están más felices en los sábados, o todo eso es un ilución?
Parecen más felices nomás?
Fuimos a tirar cosas con Isabel. Hay un lugar special para hacer eso. Está en el puerto.
Que locura, tirar cosas así. Te sentís grande. Me hizo pensar en Garden State.
Tengo tantas ganas de ver una película. En la biblioteca podes tomar prestado, películas. Tienen de todo. Doctor Zivago, concierto de Madonna y una película que no me acuerdo el nombre, pero que tenía mucho ganas de ver. Hizo algo vergonzozo, pero me pareció tan natural.
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