Volvi de subir montañas para llegar a la ventana que no llegamos.
Cómo me quemé la frente y mi pobre nariz.
O narizote, cómo dice mi mamá, tengo nariz de papa.
Que ricas que estaban esos mates y las empanadas aquel mismo noche.
Las montañas igual de lindas y los lagos también.
Esta vez conoci los otros 7, para llegar a San Martin de Los Andes.
Hubo muchos kilometros rodando en algo.
Aveces caminando y arriba aguas.
El pan de la tía, igual de sabroso y la cabaña de nosotros con más madera todavía?
Ellen con su pelito blanquito y Andrés a sus ordenes.
Sacamos una foto de parte de la familia del lado de mi padre.
A mi me interesaba más Aldana (no Aldea), la beba de Lucia.
Que facil que puedes ser madre, de un día para el otro.
También hubo El Bolsón y un perro loco.
Agustin, una máquina de contar chistes o decir cosas graciosas.
Después fuimos a Uruguay a tomar toda la cerveza que hay en ese pequeño país, o así parecía.
Me sigue intrigando Montevideo. Menos mal.
Capaz que voy un martes.
Las horas viajando fué como un spa para el cuerpo y la mente.
Dormir horas y mirar los arboles y los cielos.
Próximo, más fotos.
Prometo.
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