Que muchas veces no se que decir y me quedo callada. Aunque hay mucho que quiero decir.
Aveces me sobran palabras y yo las guardo en latas, frascos y rincones para otros momentos.
Si me preguntes en que idioma pienso o sueño, no voy a saber que contestarte.
Porque creo que sueño en japones y pienso en jiddish.
Me baño en francés, te toco en sueco y te veo en gallego.
Como en castellano y leo en uruguayo.
De a poquito los movimientos me salen solos, sin pensar.
Como un pulso y la respiración.
Ese paso.
Eso pensé que quería escribir ayer.
Hoy pienso que quiero escribir de ayer.
Maria, me olvidé de tu apellido. Como para encontrarte.
Porque si, me muy gustaría saber mas de vos.
Después de mi clase de sueco que estuvo un poquito más frío de lo común, pero no por temperaturas de afuera, subí al quinto dónde había un vernisage y Anita, Potys y Robert.
Si, con Anita somos amigas de nuevo. Ni hacía falta palabras.
Ella ayer estaba más guapa de lo usual.
Más mujer, aunque esos botones tenían distintos colores, y eso no es de mujer. Es de niña.
Hubo copa de vino en barra y Robert que es muy charlatán y dice que me vió.
Una vez, afuera de la iglesia.
El tiene muchas cosas ahí dentro para sacar. No en la iglesia. En el.
Potys también estaba guapo en su nuevo peinado y camisa blanca.
Mientras, llegaba más y más gente. Pero yo ni las escuchaba.
Igual nos metimos en cocina para tener más intimidad y provar quesos deliciosas.
Otra copa de ese vino rico y mequillas coloradas.
Escondernos un poquito para poder intercambiar esas palabras que no habíamos intercambiado.
Hablar de la semana dos, de la campera jeans con corderoy adentro y todavía falta mil más para decir.
En cuerpo caliente vuelvo caminado por mi San Telmo, aunque Robert me decía; estás loca?
Te llevamos.
No, yo me llevo sola y contenta.
San Telmo y yo nos conocemos. Hace mucho ya.
Y cada vez hay más confianzas y más secretos entre nosotros.
El otro día descubrí la calle Chacabuco.
Descubrí que me gustaba.
Los negocios, esa casa catalán dónde hay un teatro y parece un castillo.
El bar en frente, que tiene un barman lindo y paredes coloradas y muchas parejas enamoradas.
En chacabuco puede pasar cualquier cosa. Más un martes por la noche.
Estoy con las palabras.
Eso pensé que quería escribir ayer.
Hoy pienso que quiero escribir de ayer.
Maria, me olvidé de tu apellido. Como para encontrarte.
Porque si, me muy gustaría saber mas de vos.
Después de mi clase de sueco que estuvo un poquito más frío de lo común, pero no por temperaturas de afuera, subí al quinto dónde había un vernisage y Anita, Potys y Robert.
Si, con Anita somos amigas de nuevo. Ni hacía falta palabras.
Ella ayer estaba más guapa de lo usual.
Más mujer, aunque esos botones tenían distintos colores, y eso no es de mujer. Es de niña.
Hubo copa de vino en barra y Robert que es muy charlatán y dice que me vió.
Una vez, afuera de la iglesia.
El tiene muchas cosas ahí dentro para sacar. No en la iglesia. En el.
Potys también estaba guapo en su nuevo peinado y camisa blanca.
Mientras, llegaba más y más gente. Pero yo ni las escuchaba.
Igual nos metimos en cocina para tener más intimidad y provar quesos deliciosas.
Otra copa de ese vino rico y mequillas coloradas.
Escondernos un poquito para poder intercambiar esas palabras que no habíamos intercambiado.
Hablar de la semana dos, de la campera jeans con corderoy adentro y todavía falta mil más para decir.
En cuerpo caliente vuelvo caminado por mi San Telmo, aunque Robert me decía; estás loca?
Te llevamos.
No, yo me llevo sola y contenta.
San Telmo y yo nos conocemos. Hace mucho ya.
Y cada vez hay más confianzas y más secretos entre nosotros.
El otro día descubrí la calle Chacabuco.
Descubrí que me gustaba.
Los negocios, esa casa catalán dónde hay un teatro y parece un castillo.
El bar en frente, que tiene un barman lindo y paredes coloradas y muchas parejas enamoradas.
En chacabuco puede pasar cualquier cosa. Más un martes por la noche.
Estoy con las palabras.
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