De golpe pasa.
Tengo las antiparras y el gorrito para meterme en esa pileta.
En las calles hace casí treinta y yo tengo el bolso grande y pesado.
Me preguntan si es la primera vez y me cuentan lo de la toalla y la cadena.
Sigo la chica como me dicen y de repente estoy en el vestuario de mujeres, y está pasando.
Hay olor a cloro y las mujeres hablan como hablan en vestuarios.
Hay lockers, secadores de pelos, espejos y un peso.
Me dan un jaboncito (así de chiquito era) y por todos lado hay carteles de lo importante es entrar LIMPIO al agua.
Y allí está. La Pileta.
Hay ruido a agua golpeando paredes, está el salvador de vidas, si, el viejo hippie.
Con su pelo largo gris atado, la piel bronzeada y arrugada, ojos azules como hielo y mirada de bueno.
Yo pregunto cuál es el carril para los lentos, los principiantes.
El agua está tibia y perfecta y en el carril de lentos hay pocos.
Aunque para mi, no iban taaan leento. Como yo.
Es pura felicidad estar allí. En el agua. Mi cuerpo y mi cabeza decian gracias.
Por tratar bien, lento y suave.
Tragé agua, me "pasaron" y hasta creo que se preguntaban quién era la boba que molestaba un poco. Pero no me inmportaba. Porque yo estaba nadando. Por fin.
Cuando salgo de nuevo a la calle, todavía hay luz, aunque bajando.
La gente importante de la calle reconquista y en trajes y polleras vuelven para sus casas y yo para la mía. Con pelo mojado y cuerpo spagetthi, todo se ve distinto y más lindo.
Vuelvo caminando en slow motion por San Telmo y me doy gusto de un chai, por más que Samina me hubiese retado.
Calor en la garganta, las mequillas y en la nuca.
Tarde sale las pizzas caseras de Agustin por la bienvenida de regreso la Cornelia.
Yo llevo la tarta de manzana y Gabriel una negra. Todos llevan algo.
Cornelia su historia de su aventura en Perú.
Tardísimo me acuesto y siento las olas en mi cuerpo spagetthi.
que lindo! me dio ganas de volver a nadar! beso
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