Pero no es de ella.
Pero de su amiga si.
Y nos invita para que yo cocine allí. Para ellas.
Es linda noche con Chet Baker y guacamole.
Y a la vuelta en el taxi que me doy el gusto de tomar, pienso en que ellas son como hermanas y que es lindo cuando encontrás una amiga así.
El martes fué bueno conmigo.
Mañana frío, pero en la iglesia ya empezo hacer calor porque Miguel prendió los radiadores, o element como las llamo yo.
Cáen suecos que me cáen bien.
Hablan de otros épocas y compran knäckebröd.
A uno le muestro el departamento de Mariche y Carlos.
Para que el pueda estar más tranquilo creo yo.
Ellos estaban justo desayunando y había mucho calor alrededor esa mesa que de color es medio frío.
Salimos de nuevo y el viento es fuerte y poderoso.
El me habla del partido que casí se arepienta de haber ido a.
Y nos despedimos.
Viene a visitar Anne en la asociación y ella inspiró un algo de tranquilidad también.
Miraba libros y tomaba notas.
Y yo hablaba con padre.
Camino mucho y en la clase de sueco se rien un poquito a mis chistes que no son chistes en realidad.
Igual tengo un poquito de miedo que me van a descubrir.
Me doy cuenta que por más cansada que estoy a salir de esa puerta de reja pasado las 20 horas, lo disfruto un poquito.
Ese momento.
De estar agotada de pensamientos. Lógicos e ireales.
Pero a pesar de eso quería pasar y saludar a Agus.
Por eso llegué a conocer el famoso Cristian.
Personaje. Grandote, pero osito. Simpático.
No era como me lo había imaginado buscando su remera de armani en Hansakompaniet.
Dos empanadas más tarde quería volver a la caja de zapatos.
Ponerme los joggings rojos que me regaló Anie y tomar el chai muy y super caliente.
Poner Chet Baker de nuevo y que el sueño de a poquito y muy suavemente me llega a tocar.
Acariciar.
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