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Eramos tan niñas y lo seguimos siendo.

Son distintos los colores y talvez las temperaturas también, pero al fondo es lo mismo.

Ahora hay un poco de Belle & Sebastian también.

Pienso un poquito en ese tiempo. En los jeans de Oskar que usó Linda.

En la plaza de Gustav y de noches frías.

Me acuerdo de mis paredes amarillas y lo que se veía de esa ventana.

Que no era un ventanal. También sé ese significado ahora.

Desacostumbrada de que alguien me haga comida y que salga otro aroma que no fuese café.

Cayó lluvia y fué un espectáculo ver los relámpagos en esa medianera blanca.

La calles andaban inundadas por requillas tapadas por esas botellas de coca y medio sandwiche de milanesa que tiraron esos pibes que es el futuro nuestro por la ventana del 64.

Mi vestido azul y un poquito francés toda mojada y pegada en mi cuerpo friísimo.

Y el placer que es llegar a tu casa, quitarteló y sentir agua caliente.

Dificil competir con ello.

Hoy volvió Rauni de sus vacaciones.

Tenía un algo más de color en esa cara. Y sus ojos azules eran un poquito más azules.

Sobre todo tenía mucho anedoctas de sus aventuras en tren y costa.

Y que me retó y con toda razón.

Era un poquito como cuando Johanna me retó ese domingo cuando comimos brunch.

Sentí un poco lo mismo.

Es lindo volver a tomar el café sobre la mañana con ella.