Monday, 15 October 2012

Huyamos

 
Juego con fuego y son varios.
Brasas, maderas y hojas secas.
 
Y yo quemo cara, nuca y frente.
Pero pienso que talvez esta vez si aprendo.
 
Los ojos esos míos ahora parecen más azúles de lo que verdaderamente son.
Supongo que eso es lo que pasa con los vientos del río.
 
Son las cosas que te dicen.
Los arboles, los viejitos en la reserva, la guitarra, el barco que viene de lejos y los ojos de Kubric.
La panza, en la ducha y los vecinos.
Ellas y ellos.
 
Veo la obra de Strindberg pero gritan demasiado para una noche como estas.
Y que es lindo ese momento.
El después.
Cuando se escucha los suspiros de alivio y de bien.
Cuando nos podemos relajar.
Que todo salió.
 
Como debería.
 
Al final de todo, paso por la casa de Natalia y me cruzo con personajes para tomar la última cerveza de la noche.
Por la mañana.
Porque a esa hora se escucha los pájaros ya.
 
Es muy tarde cuando voy a dormir y muy temprano cuando me despierto.
Es perfecto.
Y hace calor.
Algunas nubes.
 
Que me protegen.
 
Leer el diario, comer el pan de maní que me regaló Natalia con manteca.
Mate.
También protegen esa cara roja.
 
Hoy es lunes.
Abajo la mesa, el perro tranquilo.
Una bicicleta roja menos.
El agua en la pava un poco tibia.
Ropa secandose en el patio del fondo.
La espalda caliente
y las mejillas rojas.
 
Todo como debería ser.
 
 
Ahora si
huyamos
a un
 
otro lugar
 
 
 
 
 
 


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