[Ilustracion de Ulrika Estere.
Maís para ver hay aquí.]
Son demasiados las galletitas que metí en la panza.
Por falta de otros ingridientes más divertidas.
Es el viernes que llueve y los relámpagos y truenos que se escuchaba durante la noche, fueron muchos fuertes e intensos.
Al perro le dió un poquito de miedo.
A mí también.
Pero más por como se sacudía el cuarto.
Pensé que eso pasaba en las películas nomás.
La casa se había llenado de calor, cuarteto y las últimas albondigas suecas.
Y en ese entonces había cienes de palabras dando vuelta en mi.
Después cuando llegan esos momentos, nunca los encuentro.
Pienso un poquito en las cosas en que nos metemos.
En que nos metimos.
Repetimos.
Pienso un otro poquito en escaparme.
Leeí un texto que me trasladó a Carmelo.
Y entró en calor, cada rincón de mi cuerpo.
Caminar por esa playita y su arena.
Tomar un Pilsen frío en ese boliche en frente del río.
Después cenar en un club social o italiano, que es más o menos lo mismo, que esté semiabandonado pero todo lo contrario en realidad.
Si.
Sueño un poquito de puebluchos, en el medio de la nada, chiquito pero cerca algún río o mar.
Ustedes dónde irían?
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