Inunda.
Se inunda.
El patio.
La casa y sus cuartos.
Moja.
Se moja.
Las valijas, mochilas, ropa, libros y un cuaderno.
Portugal saca agua.
Antita saca agua.
Kubrick no entiende nada.
El barrio flotaba.
Sogas para agarrarse y vendedores de trapos diciendo "como llueve, no?".
Chock.
Traspirar.
Mojar, mojar, mojar.
Corazon haciendo duckduckduckduck, superrápido.
No saber bien si llorar o reir.
Habían hablado de agua, si.
Pero no sabía que iba a ser semejante.
Como para no ir a Perú.
Los contras de vivir en PB 2.
Cuando estaba un poco bajo control y no sabíamos bien que hacer con nuestras vidas y sus nervios, decidimos salir de la casa un rato.
A buscar un whiskey con hielo por ahí.
Respirar profundidades y buscar más el lado de la risa, que llanto, de la situación.
Y lo encontramos.
En una calle. En el bazar chino sobre olavarria.
En un negocio de ropa media trucha.
Y terminar en la panadería para seguir con lo que habíamos pensado a las 12 de la mañana ese mismo día.
Y ahora a secarse.
Secarnos.
Las alfombras.
Ropas.
Mantas.
Y después.
Como si nunca hubiese pasado.
Pero que en 10 años, lo vamos a contar a nuestras hijas.
Y reirnos un poco de.
Se inunda.
El patio.
La casa y sus cuartos.
Moja.
Se moja.
Las valijas, mochilas, ropa, libros y un cuaderno.
Portugal saca agua.
Antita saca agua.
Kubrick no entiende nada.
El barrio flotaba.
Sogas para agarrarse y vendedores de trapos diciendo "como llueve, no?".
Chock.
Traspirar.
Mojar, mojar, mojar.
Corazon haciendo duckduckduckduck, superrápido.
No saber bien si llorar o reir.
Habían hablado de agua, si.
Pero no sabía que iba a ser semejante.
Como para no ir a Perú.
Los contras de vivir en PB 2.
Cuando estaba un poco bajo control y no sabíamos bien que hacer con nuestras vidas y sus nervios, decidimos salir de la casa un rato.
A buscar un whiskey con hielo por ahí.
Respirar profundidades y buscar más el lado de la risa, que llanto, de la situación.
Y lo encontramos.
En una calle. En el bazar chino sobre olavarria.
En un negocio de ropa media trucha.
Y terminar en la panadería para seguir con lo que habíamos pensado a las 12 de la mañana ese mismo día.
Y ahora a secarse.
Secarnos.
Las alfombras.
Ropas.
Mantas.
Y después.
Como si nunca hubiese pasado.
Pero que en 10 años, lo vamos a contar a nuestras hijas.
Y reirnos un poco de.
Te quiero!
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