Miro las definaciones de las palabras.
Por las dudas.
Como se conjuga.
Como se juega.
Hoy salí del barrio.
Tome colectivo y tren.
Tomé pausa en Temperley sin querer y después de un rato seguí.
El cielo estaba nubloso.
Pegajoso.
Las personas también.
Cruzé la plaza que ahora conosco.
Y esas cuadras también.
El braso pesaba por la tarta que llevaba.
Lucky estaba más tranquila que otras veces.
Eva estaba linda con su pollera.
Comimos.
Bebimos.
Charlamos.
Su casa estaba en silencio y fresca.
En todos los sentidos.
Era refrescarse uno mismo, estar allí.
Me ventilé un poco.
Esos pensamientos que llevé adentro estos días.
Es un lujo poder ser honesta y decir verdades en mi idioma.
Después salió el sol y levantó viento.
Salimos a caminar por su barrio.
Compré libro y vestido.
Y nos sentamos en un lugar de esos.
A tomar café y mirar gente pasar.
Muy paisanas.
Cuando el sol estaba por pasar al otro lado tomé el tren de regreso.
Sentí como si estuviese volviendo de un viaje.
En luz perfecta.
Entre vendedores de pan casero y cds de cumbia por solo 10 pesos.
Ver el verde pasar y el cielo un poquito rosa.
La piel caliente y con un vestido nuevo en la mochila.
En Constitución, el cielo se había convertido en un azul claro pero de noche.
Volví caminando.
Y en casa estaban las brasileras alegres en el patio tomando vino y escuchando la música del vecino.
Un poquito más nos entendiamos.
Por el vino y el calor.
Son muy lindas.
Mañana llegan otros.
Y creo que yo me voy a acercar a Uruguay un poco.
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