Entonces terminó el dulce de tomate y vainilla, pero Logan logró abrír la de mosqueta que me dió la tía, y que hacía semanas no pude abrir.
Así que estamos bien.
Es la combinación que hace.
Los dos o tres ingridientes, esa justa canción y el clima que esta haciendo.
El tiempo en transformación.
En trance.
Y talvez uno mismo también.
Marzo como un Agosto o Septiembre sueco.
Son casí las más lindas.
Y me alegro que he llegado hasta aquí.
A que me toque este mes
y a su vez, tocar este lugar y su tierra.
Su gente y en este tiempo.
Logan es de Nueva Zeelanda que es un páis que no conosco y pido que el me cuente.
Y el me cuenta, pero creo que conosco más a su páis con el observarlo a el nomás.
Sus movimientos.
Como se mueve la boca cuando habla y sus ojos.
Cuando cocina y eso.
Pienso que debe ser un país muy lindo y alegre.
Muy verde, sonriente y con mucho harmonia.
Fuí a escuchar la pareja francesabelga tocar y cantar sus canciones en un bar brasilero.
Y de que valientes que son.
Por animarse. A un público palermito y dudosa.
Ellos presenaron las canciones en un español más o menos, pero y que lindo eso.
Me hizo acordar en Anita, que está haciendo lo mismo.
Mi valienta Anita.
Sus canciones me llegaron y no sé si fué por las caipiriñas o por cansancio, pero me emociné.
Porque es lindo que uno puede llegar a vivir esto.
Padre llamó desde el barco.
También tocamos cosas.
Sensibles.
Pero y de que se puede hablar.
Y que eso es lo que importa.
Que ya no me importa, contar a todos.
Lo que pasa.
Lo que pasó.
Después hubo el tren.
Ese tren.
Que cada vez es más y más familiar.
Un bolso lleno de la cena.
Fué a esa hora cuando el sol esta diciendo que es la hora de la tarde.
No tán temprano y tampoco tan tarde.
Allí estamos.
Y abrazo ese justo y preciso momento.
De que hermosa que sos.
Tomamos mates sobre el mantel sueco y vemos como el cielo cambia de forma, colores y nubes.
La tarde se hace noche y el niño se queda dormido mientras se habla de cosas importantes.
Y después volver es un lujo.
Está todo tán silencioso y oscuro.
Pero no da miedo.
Da calma.
Si, parece que volvieron.
Así que estamos bien.
Es la combinación que hace.
Los dos o tres ingridientes, esa justa canción y el clima que esta haciendo.
El tiempo en transformación.
En trance.
Y talvez uno mismo también.
Marzo como un Agosto o Septiembre sueco.
Son casí las más lindas.
Y me alegro que he llegado hasta aquí.
A que me toque este mes
y a su vez, tocar este lugar y su tierra.
Su gente y en este tiempo.
Logan es de Nueva Zeelanda que es un páis que no conosco y pido que el me cuente.
Y el me cuenta, pero creo que conosco más a su páis con el observarlo a el nomás.
Sus movimientos.
Como se mueve la boca cuando habla y sus ojos.
Cuando cocina y eso.
Pienso que debe ser un país muy lindo y alegre.
Muy verde, sonriente y con mucho harmonia.
Fuí a escuchar la pareja francesabelga tocar y cantar sus canciones en un bar brasilero.
Y de que valientes que son.
Por animarse. A un público palermito y dudosa.
Ellos presenaron las canciones en un español más o menos, pero y que lindo eso.
Me hizo acordar en Anita, que está haciendo lo mismo.
Mi valienta Anita.
Sus canciones me llegaron y no sé si fué por las caipiriñas o por cansancio, pero me emociné.
Porque es lindo que uno puede llegar a vivir esto.
Padre llamó desde el barco.
También tocamos cosas.
Sensibles.
Pero y de que se puede hablar.
Y que eso es lo que importa.
Que ya no me importa, contar a todos.
Lo que pasa.
Lo que pasó.
Después hubo el tren.
Ese tren.
Que cada vez es más y más familiar.
Un bolso lleno de la cena.
Fué a esa hora cuando el sol esta diciendo que es la hora de la tarde.
No tán temprano y tampoco tan tarde.
Allí estamos.
Y abrazo ese justo y preciso momento.
De que hermosa que sos.
Tomamos mates sobre el mantel sueco y vemos como el cielo cambia de forma, colores y nubes.
La tarde se hace noche y el niño se queda dormido mientras se habla de cosas importantes.
Y después volver es un lujo.
Está todo tán silencioso y oscuro.
Pero no da miedo.
Da calma.
Si, parece que volvieron.
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