El habla con su familia lejana y escucho risas.
Yo salgo a caminar lejos con Kubrick y el se cansa.
Ellos me dicen cosas lindas pero me respetan.
El sol muerde un poco el cuello y nuca, pero se gusta la sensación igual.
Llevo termo, el libro de Estelle y el cuaderno.
Y de golpe se hace de noche.
Mientras que pasa el tren dos veces y dos barcos también.
Es cierto que es lindo vivir cerca el agua.
Por más que no te puedas meter.
Ella había vuelto contenta de su viaje y de su especie de descanso.
Había comprado medialunas y yo preparé el café, como a ella le gusta.
Contó de aviones, aventuras, plagas y cárceles.
A mi me dió ganas de conocer un poco más.
Y fué lindo verla así.
De ese modo.
Me contagió con su buen estar.
Y eso que a la mañana me había puteado el taxista que parecía tán bueno.
Y me puso mal.
Me dió cuenta de la cadenas y de sus cadenas.
Que todo es una bola.
Que se va pasando.
De buen o de mal estar.
Todo se contagia.
De una manera.
Natalia da calma en la casa que es la calma.
Y que lindo es esuchar gente que habla suave.
Como ella.
Y pienso en que algunos no se den cuenta del otro.
No hay coordinación.
No hay ordén y muy lejos de paz.
También hay muchas películas para ver y música para esuchar.
Quiero todo eso.
Pero lo único en que puedo pensar es en barcos y faros.
No comments:
Post a Comment