Pascua y sigue el verano.
En un auto, llendo a Skanör, Vicky me cuenta que allá sigue nevando.
De una manera estamos en el mismo lugar.
El otoño que no quiere llegar.
El invierno que no se quiere ir.
Y en los dos lugares festejamos Pascua.
Si es algo que se festeja.
O es.
Yo festejo con no poner alarma por la mañana.
Con ir a lo de Freddy que pone aire en la bicicleta y me da un diagnóstico.
De esto y aquello.
Tomo los días muy suaves y con tes ricos que me dió Eva.
Compro Romero para mi mini huerta.
Lavo sábanas que al secarse el sol, huele verano en playa.
Escucho a Juan Falú y me da cariño.
El me invita al tasso a escuchar cosas lindas que despiertan cosas.
El vino es más rico así.
En oscuridad y calor.
Después.
Nos tiramos en el sol un poco alejado a todo, pero que se ve igual.
Y el cuenta cosas reales que parecen cuentos.
Me encanta que me cuente y lo que cuente.
Y que me hace sentir paz y tranquilidad.
Que no hace falta agregar ningún condimiento o especia.
Yo saco fotos de ellas, y ellas nos sacan fotos de nosotros.
Y es lindo.
Pensar que ese momento está guardado en un lugar.
Que no es nuestro.
Los chicos, mis chicos.
Tocan timbre.
Chusmeamos en la vereda y ellos tienen olor a tarde con vino y al sol.
Y los manos de el cuenta que hubo asado y carbón.
Gozo en lo que ellos me dan.
Y que es lindo que podemos tener eso.
Creo que es lo más cerca a amor que siento.
Aveces afortunada me siento.
Que todo esto me llega.
Por alguna razón.
Pero dormir de noche me cuesta.
Ultimamente.
Entonces duermo de mañana y cuando me despierto el sol ya está pegando hora tarde.
No está mal. Tálvez.
Es una forma nueva de dormir.
En luz suave y un poco roja.
En vez de oscuridad.
Por ahora es esto.
Tálvez va a haber más.
Porque me vinieron.
Las palabras.
Y siento que hay mucho que quiero contar.
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