Tálvez es la primera vez en la historia que juega Boca y que hay un recital de Pearl Jam a menos de 2 km de distancia.
El uno del otro.
Se escucha ellos cantar entre la hinchada de los boquenses.
Y la cuadra y el barrio está lleno de sus autos.
Me dió curiosidad saber cuanto "cobran" los trapitos.
Pero no me animo preguntar.
Prendo un espiral, porque me encanta el olor a campo que deja en mis ambientes.
Externos e internos.
Kubrick duerme en el sillón y parece que sueña con algo.
Hace ruiditos y yo tengo un poco de frío.
Leo el libro que me regaló Carlos y lo hago lento.
Para que no termine rápido y para que me lleguen bien las palabras y frases.
Que bien me hacen.
Aprender.
Corto el flequillo improvisado, desprolijo y desorganizado.
Pero con muchas ganas y con la tijera de cortar cosas que no sea para pelos.
Y ahora me acostumbré.
Si Anita me hubiera visto, me reta...
Esta mañana hablamos por teléfono y a mi me salió lagrimas al despedirnos.
Fué lindo escuchar los sonidos de fondo, que esa es su realidad. En principios de abril.
Luego caminé al trabajo.
Nececitaba organizar un poco los sentimientos.
Con pasos y calor.
Graciela habló de la lluvia y de las inundaciones.
Yo la escuché y pensé que tálvez soy yo un poco bastante inconsiente.
De algunas cosas.
Importantes.
Después hubo un café sin café con Mery, pero que no se hacía falta.
Nececitábamos las sillas y la mesa en el medio nomás, para tener dónde apoyar las palabras.
Que venían un poco pesadas y confusas.
De los dos lados de la mesa.
Silencio, respirar, pensar.
Y mirar.
Estamos cerca ahora.
Más que antes.
Y está pasando la vida.
Mientras.
Ella también se había cortado su pelo.
Pero más prolijo y ordenado.
Y de lejos parecía parisiana.
Con el cigarillo en su mano.
Quería hablar un poco de pascuas.
Pero ahora no me sale.
Y de un montón de otras cosas.
De verdades.
Y tampoco.
Un otro día tálvez.
El uno del otro.
Se escucha ellos cantar entre la hinchada de los boquenses.
Y la cuadra y el barrio está lleno de sus autos.
Me dió curiosidad saber cuanto "cobran" los trapitos.
Pero no me animo preguntar.
Prendo un espiral, porque me encanta el olor a campo que deja en mis ambientes.
Externos e internos.
Kubrick duerme en el sillón y parece que sueña con algo.
Hace ruiditos y yo tengo un poco de frío.
Leo el libro que me regaló Carlos y lo hago lento.
Para que no termine rápido y para que me lleguen bien las palabras y frases.
Que bien me hacen.
Aprender.
Corto el flequillo improvisado, desprolijo y desorganizado.
Pero con muchas ganas y con la tijera de cortar cosas que no sea para pelos.
Y ahora me acostumbré.
Si Anita me hubiera visto, me reta...
Esta mañana hablamos por teléfono y a mi me salió lagrimas al despedirnos.
Fué lindo escuchar los sonidos de fondo, que esa es su realidad. En principios de abril.
Luego caminé al trabajo.
Nececitaba organizar un poco los sentimientos.
Con pasos y calor.
Graciela habló de la lluvia y de las inundaciones.
Yo la escuché y pensé que tálvez soy yo un poco bastante inconsiente.
De algunas cosas.
Importantes.
Después hubo un café sin café con Mery, pero que no se hacía falta.
Nececitábamos las sillas y la mesa en el medio nomás, para tener dónde apoyar las palabras.
Que venían un poco pesadas y confusas.
De los dos lados de la mesa.
Silencio, respirar, pensar.
Y mirar.
Estamos cerca ahora.
Más que antes.
Y está pasando la vida.
Mientras.
Ella también se había cortado su pelo.
Pero más prolijo y ordenado.
Y de lejos parecía parisiana.
Con el cigarillo en su mano.
Quería hablar un poco de pascuas.
Pero ahora no me sale.
Y de un montón de otras cosas.
De verdades.
Y tampoco.
Un otro día tálvez.
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