La silla está dura y pongo una almohada.
Dos almohadas.
Sigue dura.
Tál véz no es la silla.
Y soy yo.
Y.
Gracias por tenerme paciencia.
Los que me lo tienen.
Y a los otros, también.
A veces, no está llendo a ningún lugar.
Este lugar.
Pero parece que siguen allí.
Y eso es calor.
Amor.
Ahora hay lucecitas de color en la cocina también.
Están llegando a todos lugares.
Los colores.
Que uno elige poner.
En lugares y tiempos.
Mientras el horno cocina la torta de chocolate para mis alumnos extras de sueco, la casa se llena de calor.
Y el aroma de chocolate se mescla con el olor de ropa secandose.
Adentro.
Hay sábanas, bombachas y toallas colgandose por todos lados.
Que no son muchos.
Pareciera que se pelean por el lugar en realidad.
Porque afuera había lluvia.
Pero,
adentro, a veces las cosas , se secan lento.
Por bien y mal.
Humedad y humedades.
Y la noticia de estas lluvias, si se pueden contar como noticias, llegan hasta el Norte.
Y Misiones.
Porque esta persona, que yo no sé quién es.
Me cuenta.
Pregunta.
Y yo no siempre sé que contar de estás aguas que no haya contado ya.
Son fuertes.
Poderosos.
Muchos.
Y causan.
Cosas y efectos.
Como el edificio sueco.
Cada vez está más inundado.
Pero es más por caños rotos y los años de historia que llevan adentro, que lluvias.
Por decir la verdad.
El me habla de un avión llendo a Finlandia.
Ella me escucha mientras y se que trata que no le afecte, estas cosas.
Pero es dificil.
Ahora le toca 72 horas de reposo.
72.
Creo que está bien.
Lo que va a pasar durante.
Mientras, que no se siga rompiendo mis pantalones de jardinero.
Y que Kubrick se levante un poco.
Ese ánimo?
Es cási junio en Buenos Aires.
Quiere decir muchas cosas.
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