El lunes que no salió como un domingo.
Para varear.
El frío activa.
Me activa.
Me olvido de órdenes y primero me sale suspiro.
Pero después como que se va.
Rápido.
Encima ese chico que siempre me atiende bien.
Me auyda a cási resolver.
Cuando salgo camino del lado de la vereda donde pega el sol y calienta mi cara.
Se camino más rápido en mayo que en febrero.
Es así.
Once y pasar esa iglesia que también es una escuela.
Y es dónde la vereda es ancha.
No es común.
Sentir espacios y no chocar codos.
Después es corrientes y el gato negro.
Ahí dentro hay aromas que te dan ganas de sentarte un rato.
Pero como estoy activa.
Compro hinojo, kummel y anís.
En semillas y sigo el camino.
La calle está linda y lo siento suave por más intensa que esté.
Tálvez es el sol.
Después el señor que suele ser macanudo me trata mal por no ver su cartel.
Un poco es molestia.
Pero lo dejo pasar.
Porque todas las otras cosas que pasaron durante el día fueron lindas.
Entonces.
Llevo la caja a mi casa y los pensamientos también.
En casa está Vicky.
Cási.
Porque está en un Skype y nos vemos por las cámeras.
Nos hacemos companía durante la tarde, mientras afuera se pone cada vez más oscuro.
Ella muestra su ventana y ahí hay luz todavía a las 21.30
Vivimos en estaciones y tiempos diferentes.
Pero estamos cerca.
Hablamos de Suecia.
De las cosas que vamos a comer en agosto.
Hablamos de Argentina.
De las cosas que vamosa hacer.
Ella dice que somos una familia fértil.
Que de eso no hay que preocuparse.
Me pregunta por el blog.
De las cosas que digo.
Le digo que parece más dramático de lo que es.
También está Francia.
Y yo, al pensar en eso.
Me pongo my contenta.
Es como un extra.
Relujoso.
Que eso te puede llegar a tocar en la vida.
Conocer.
Cuando está completamente oscuro.
Colgamos teléfonos con el mar en el medio.
Preparo polenta para Kubrick.
Parece un hit.
Hit de otoño.
Yo me visto, preparo para salir de nuevo.
La noche está linda.
Con estrellas.
Camino.
Rápido.
Siento el corazón y el calor subir.
De pies a cabeza.
Luego, cuando entramos en el restaurante.
Yo me quito ropa, mientras ellos se abrigan.
Ahí hay calor.
Entre esas personas.
La mesa es de madera.
La pizza así crocante y la cerveza helada.
Es un poco bastante felicidad.
La vuelta también.
Que lo camino aún más rápido.
Pero no por frío.
Es otra cosa que no sé como llamarlo.
Hoy es otra mañana temprana.
De esas que el cielo está rosa y cuando vuelvo, hay más mañana con mate y un café.
Es martes en mayo.
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