Hollín.
La miedosa.
Quizás perdió un poco de su miedo y se fué a investigar el mundo.
Los días empezaron a perder sus nombres y significativos.
Un lunes puede ser un martes o domingo.
Un sábado es domingo y hoy no sé que días es.
Es un poco lindo.
Quitar significativos y que sea lo que uno quiere que sea.
El día, la hora.
Entonces y también, digo si a todo.
A trabajar, a tomar cerveza en el lugar dónde siempre es de noche, a cenar, a tomar otra ronda de cerveza a ir al teatro que es en una imprenta recuperada y es hermosa, a enseñar sueco a niños y que yo no se como es o como va a ser, a caminr pero no tán lejos, a ir al museo y a tomar irish coffee.
Es fácil decir si.
Esa ola va rápido y no te deja pensar tanto.
Hablamos un poco de sueños y movió algo.
Ahora me acuerdo de todo y son muchas cosas a la véz.
Aunque esta vez también entiendo sin tener que interpretar o analizar.
Es el que constantemente se está enamorandose de alguien.
Que no soy yo.
Después hay una casa grande y que yo conosco.
Es esa casa que tiene jardín y muchos objetos.
Pero los muebles son distintos.
Modernos y puestos en otros lugares.
Y el que vive allí, está contento honestamente.
Lo que hay afuera ahora es sol y siento como si lo hubiese extrañdo.
Como si hace mucho que no nos vemos.
Y sé que en realidad no es tán así.
Pero nos saludamos, hermosamente.
Mequilla contra mequilla.
Hola.
Hola.
Sonrisas.
Y que las hojas de la enamorada del muro ahora se pusieron coloradas.
Como yo.
Que no sé si no me gusta más, así.
La pared blanca y hojas fuertes.
El bowl lleno de mandarinas y una pera de invierno.
Me decía la chica en la verdulería.
Cómo decir no a una pera de invierno
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