Es un julio distinto que otros julios.
Este julio dejo el pelo crecer en vez de cortarlo como de costumbre.
Como las golosinas que me trajo Rauni de Suecia sin que me da náuceas.
Presto la casa a Merlina para que ella festeje su cumpleaños y para que cante.
Pienso que ella debería animarse y sentarse y tocar en un lugar dónde haya mesas redondas y con velas.
Para que personas puedan disfrutar de lo que sale de ella.
Que es lo más honesto.
Me hizo acordar del otro julio, cuando Anita vino a vivir conmigo y de golpe la casa se llenó de guitarra y canciones.
Es un julio dónde organizo las carpetas de fotos.
Armo álbumes con nombres.
No sé si lo hago por mí o por ellos.
Tampoco sé si es tán importante.
Pero lo hago.
Y eso cuenta.
Vuelvo a escuchar música de antes.
Pongo esos cd´s que traje cuando vine en 2005 y tenía 19 años y me llena de sensaciones lindas.
Canto y me acuerdo las letras.
Casi todas.
Canto alto y en sueco y no me importa nada.
Armo escritorio con caballetes en el living que es el lugar dónde hay calor por más que la estufa se apaga cada rato.
Este julio es el corazón o pulmón de la casa.
Las dos cosas en realidad.
Uso la silla antigua de Anita con 5 almuhadas para estar en alturas.
Y es perfecto.
Pienso que tardé un año.
Aunque no sé si tardar es el verbo correcto para usar.
Porque tál vez era necesario.
Un proceso que duró un año.
Y ahora lo hallo.
Me hallo.
Aquí y en esto.
Nos encontramos.
Y la harmonia.
Hay un paz, un arreglo.
Entre nosotros.
Un silencio lleno de palabras.
Y sentimientos.
Estamos bien.
Mañana les contaré del viernes y eso de que la casa se llenó de algo nuevo.
Distinto y muy lindo.
De Maria y de Lu.
Y la otra tanda de fotos.
Este julio dejo el pelo crecer en vez de cortarlo como de costumbre.
Como las golosinas que me trajo Rauni de Suecia sin que me da náuceas.
Presto la casa a Merlina para que ella festeje su cumpleaños y para que cante.
Pienso que ella debería animarse y sentarse y tocar en un lugar dónde haya mesas redondas y con velas.
Para que personas puedan disfrutar de lo que sale de ella.
Que es lo más honesto.
Me hizo acordar del otro julio, cuando Anita vino a vivir conmigo y de golpe la casa se llenó de guitarra y canciones.
Es un julio dónde organizo las carpetas de fotos.
Armo álbumes con nombres.
No sé si lo hago por mí o por ellos.
Tampoco sé si es tán importante.
Pero lo hago.
Y eso cuenta.
Vuelvo a escuchar música de antes.
Pongo esos cd´s que traje cuando vine en 2005 y tenía 19 años y me llena de sensaciones lindas.
Canto y me acuerdo las letras.
Casi todas.
Canto alto y en sueco y no me importa nada.
Armo escritorio con caballetes en el living que es el lugar dónde hay calor por más que la estufa se apaga cada rato.
Este julio es el corazón o pulmón de la casa.
Las dos cosas en realidad.
Uso la silla antigua de Anita con 5 almuhadas para estar en alturas.
Y es perfecto.
Pienso que tardé un año.
Aunque no sé si tardar es el verbo correcto para usar.
Porque tál vez era necesario.
Un proceso que duró un año.
Y ahora lo hallo.
Me hallo.
Aquí y en esto.
Nos encontramos.
Y la harmonia.
Hay un paz, un arreglo.
Entre nosotros.
Un silencio lleno de palabras.
Y sentimientos.
Estamos bien.
Mañana les contaré del viernes y eso de que la casa se llenó de algo nuevo.
Distinto y muy lindo.
De Maria y de Lu.
Y la otra tanda de fotos.
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