Sunday, 1 September 2013

Sixto Rodriguez

Agárro la bicicleta y cargo el mate y una campera.
Por las dudas.
Es sábado y después de la siesta improvista, pero necesaria.

Después me dí cuenta.

Son pocas las horas que duermo aquí.
Noches cortas.
Igual me siento más despierta que en otros momentos.
La luz es mi despertador, aunque debe ser algo interno y adentro que me levanta también.

Es por la tarde y unos minutos pasado el primer noticiero de la tele.
El viento es fuerte en esta ciudad y siempre te va a tocar de ún costado o otro.
Es su personalidad.
Forma de ser.
Como la bicicleta es gris y a mi no me gusta usar medias.

Paso por la plaza, el parque y el estación de tren.
Luego está el faro, y el mar.
Ahí hay un sol queriendo atravesar esos nubes y ser fuerte en su último hora en esta parte del mundo.
Pero le cuesta.

Cuando logra encontrar un huequito, es justo uno que toca mi frente.
Y es llenador.
De otra cosas que no sea calor.
Es una otra cosa.

A la vuelta tomo un camino largo.
Y entre edificios y arboles, estoy un poco protegida por las sopladas.
Creo que el otoño está en camino y que se encuentra muy cerca nuestros lados.
En mente y en la realidad.
Y eso de encontrarse en el medio de dos estaciones.
Hay algo en eso.
Es silencioso y poco violento.
Es un paso lento.
Pero es seguro.

Esto va a pasar.
Va a llegar.

Hay muchas cosas para contar.
Pero ahora hay sueño y mañana hay más paseos.
Afuera es de noche y no hay sonido a sábado.
Hay sonido de viento y gente durmiendo en sus casas.

Quiero ser parte de eso.

Buenas Noches

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