Yo también pongo pomelo en mi mañana.
Limón y ahora hojas inmensas de menta que crece en mi jardín.
Minijardín, pero lo es.
Hay albahaca y lavanda, y el otro día compré unos flores también.
Pero no sé como se llaman.
Sé a que hora el sol va a pegar que lugar y como se va a ir moviendose durante el transcurso del día.
Porque yo tengo los lunes en mis manos que ahora tienen otro tono y color.
Otro capa de piel.
Menos protegida. Toco la tierra y hay buzanos.
Debe ser bueno pienso. Si ellos están allí.
Va a llegar Holanda y preparo un poco.
Es con más amor hacer la cosas sabiendo que.
Arriba también arreglo, ese minicuartito que es más que eso.
Me doy cuenta.
Ahora.
Hay un pensamiento al fondo y te da ganas de quedarte un rato allí.
Pensando. Leeyendo.
Mirando nomás.
Pero sobra heladera. Entonces mi cama no es cama.
Es placard.
Porque toda esa ropa?
Ayer fué ese ventanal y mirar la gente mirar gente.
Que ahí las cosas estaban en sus justos lugares.
Escuchar a las señoras que ocupaban el sillón, con sus rulos perfectos y tostadas con un kilo de dulce de leche.
Hubiese sido mejor ese estado sin frases que tálvez sobran.
Ahora es martes después de todo ese jamón.
Parecía un poquito verano.
Por el cielo a esas horas y después por los pájaros.
Ahora colgar las sábanas en la soga, regar, poner agua en la pava y vestirme.
Lentamente.
Es martes nomás y no hay apuros.
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