Todavía no llega y sigue siendo de a poco.
Tál vez así va a ser su retorno también.
De a poco.
Todos sacamos algo.
Pero me olvidé de llevar un limón, de su limero.
Que tesoro.
Tener todo ese pasto y ver como se mueven los nubes en el cielo.
Desde su cama.
Miramos las cartas y el colgado.
Soy la colgada.
Ella con angina o angitis, pero feliz.
Porque es una cocina grande y hay mucho blanco, luz y espacio.
En esos espacios.
No hace falta agregar mucho más.
A esa felicidad.
Una casa.
Y unas horas después, es volver en un tren contramano.
Contrapersonas.
Contrarutinas.
Sentarse en el andén.
En el pedaso de sol y querer que el tren no llegue demasiado rápido.
Gente cruza vías, riesgando sus vidas.
Total.
Llega.
Llega el tren y me bajo en esa estación que da a una calle que no parece ninguna otra.
Pero el restaurante cerró y está a la venta.
Camino y me pierdo un poco.
Me pierdo un poco más.
Buscando el lado soleado.
Porque es la tarde ya y están todos bajando.
Son calles de piedras, bajo puentes y negocios abandonados.
Y el progreso.
Añasos la última vez.
Después alemania y un strudel.
Y que hoy es el cumpleaños de mi Shana.