Había sido un domingo.
Cuando es de noche, frío y no es común.
Salir a esa hora.
Caminar por esa calle.
Sentirse como en una película.
Priviligieada.
Por vivir donde vivo.
Pasar ese bar de la esquina y el ruido de partido.
Los viejitos con sus gorras.
Ahora son los primeros suecos que llegaron hasta aquí y los huesos que tiré sobre una mesa.
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