Son las tres y media todas las mañanas.
Escucho el autopista como una orquesta.
Es un conjunto.
De voces, trompetas y un violín.
Que lindo era su vista.
Por mi, hubiese mirado un rato más.
Pero el, en apuros.
Y padre corta la torta de chocolate con mucho cuidado y precisión.
La segunda vez que me desperté había sido por justamente eso.
El aroma de chocolate.
Allí es dónde es un algo de privilegio que me toca el lugar de arriba.
Todo sube y llega hasta mi cama.
Para despertarme.
Chocolate, tostadas, café y murmullos.
Kubrick abandona su lugar privilegiado también.
Ahora es sobre la alfombra.
Tranquilidad.
Y el suspira.
No es Ella, es Billie.
Es miércoles.
Medio de la semana.
Pero en realidad es el sábado que últimamente no me toca.
Porque lo cambié por otras cosas.
Es algo más lindo y placentero de esta manera.
Porque es como una raresa.
Una pausa.
De no se bien qué.
Escucho el autopista como una orquesta.
Es un conjunto.
De voces, trompetas y un violín.
Que lindo era su vista.
Por mi, hubiese mirado un rato más.
Pero el, en apuros.
Y padre corta la torta de chocolate con mucho cuidado y precisión.
La segunda vez que me desperté había sido por justamente eso.
El aroma de chocolate.
Allí es dónde es un algo de privilegio que me toca el lugar de arriba.
Todo sube y llega hasta mi cama.
Para despertarme.
Chocolate, tostadas, café y murmullos.
Kubrick abandona su lugar privilegiado también.
Ahora es sobre la alfombra.
Tranquilidad.
Y el suspira.
No es Ella, es Billie.
Es miércoles.
Medio de la semana.
Pero en realidad es el sábado que últimamente no me toca.
Porque lo cambié por otras cosas.
Es algo más lindo y placentero de esta manera.
Porque es como una raresa.
Una pausa.
De no se bien qué.
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