Y un día.
Vino ella a visitar.
Un día, cambiamos de roles.
Ella la visitante.
Yo, la habitante.
Suavemente.
Silenciosamente.
Llegó.
Entró a la oficina.
Yo sabía.
Que era ella.
De golpe tenerla en mis brazos.
Tan allí.
No pasó ni un día.
Por más que haya dos nervios y medio en el medio.
Mirarla.
Y no hace falta decir nada.
Ella está hermosa.
Aún más hermosa que antes.
Más ella tal vez.
Pura.
Pura.
Huele a otro lugar.
Ella dice que es por la ropa de su madre.
Pero yo lo siento más lejos.
Caminar un poco.
Y cruzarnos con Felipe.
Como ayer.
Hoy.
Es mañana.
Por más que yo me imagino que le debe pasar un millón tres cientas veinti cuatro cosas por la cabeza.
Justamente perfecto de una manera.
Que llega ella.
Estar.
En este momento entre momentos.
Creo que las otras cosas también.
Eso de no haberse probado el vestido todavía.
El enojo.
Que venga Daniel y poder compartir.
Relajar y decir cosas que no iba a decir.
Liselotte y nuestra luna llena que pesa 54 kilos.
La psicóloga de noche y la despedida lenta de Graciela.
Los últimos días de mar de papá.
Los últimos días de convivencia con Vicky.
La despedida de Gabi.
Que vino un Pascal que luego se fué.
Pero que dejó huellas.
Y justo cuando llegaste a sacar la ropa de la soga llega la lluvía.
Con fuerza.
Con amor.
Todo al final.
Vino ella a visitar.
Un día, cambiamos de roles.
Ella la visitante.
Yo, la habitante.
Suavemente.
Silenciosamente.
Llegó.
Entró a la oficina.
Yo sabía.
Que era ella.
De golpe tenerla en mis brazos.
Tan allí.
No pasó ni un día.
Por más que haya dos nervios y medio en el medio.
Mirarla.
Y no hace falta decir nada.
Ella está hermosa.
Aún más hermosa que antes.
Más ella tal vez.
Pura.
Pura.
Huele a otro lugar.
Ella dice que es por la ropa de su madre.
Pero yo lo siento más lejos.
Caminar un poco.
Y cruzarnos con Felipe.
Como ayer.
Hoy.
Es mañana.
Por más que yo me imagino que le debe pasar un millón tres cientas veinti cuatro cosas por la cabeza.
Justamente perfecto de una manera.
Que llega ella.
Estar.
En este momento entre momentos.
Creo que las otras cosas también.
Eso de no haberse probado el vestido todavía.
El enojo.
Que venga Daniel y poder compartir.
Relajar y decir cosas que no iba a decir.
Liselotte y nuestra luna llena que pesa 54 kilos.
La psicóloga de noche y la despedida lenta de Graciela.
Los últimos días de mar de papá.
Los últimos días de convivencia con Vicky.
La despedida de Gabi.
Que vino un Pascal que luego se fué.
Pero que dejó huellas.
Y justo cuando llegaste a sacar la ropa de la soga llega la lluvía.
Con fuerza.
Con amor.
Todo al final.
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