Wednesday, 2 July 2014

No sé de después

Estar en el verano.
Pasar de un junio a julio en calor y mangas cortas.
Ver el atardecer en una silla plástica con un gato negro en tu falda y que no te pique ningún mosquito.
Pies en pasto.
Estar afuera de noche, es de día.
Mirar para atrás y ver la casa de tu hermana y su pequeña familia.
Saber que ella está allí dentro.
Durmiendo tranquila con su hija.

Tal vez puede ser que todo está como debería estar.
O algo así.
Cerca.
Unos kilómetros de distancia nomas.

Cada vez me convenzo más de que las cosas son así.
Imperfectamente perfectas.
Rotas en esquinas.
No importa.
Que falta color.
Sobra calor.
Hermosamente tarde llegó primero.
Y tu contrario.
Siempre va a ser asá.

Puede ser un hacerse o volverse a ser amiga con uno mismo,
y que de eso se trata todo lo otro.
Esto.
No lo se muy bien.

África empezó a tomar forma en la biblioteca de Carhaix.
Encontré frases sobre estantes con libros en francés y entre señoras leyendo sus diarios en tranquilidad.
No quiero olvidarme de las cosas que me llegaron.
De lo que dejé allí.
Lo que encontré.
Esas cosas fuera de mi mundo.
De mis días y noches.

Tiene que reposar un poco más.
Todavía no esta lista para salir.
Tal vez amasar un rato más largo.

Ahora es aquí.
Donde hay casas de piedras y un cielo que siempre trae regalos.
Hay viejitas y viejitos que manejan peligrosamente sus autos.
Hay baguettes, bigotes y budínes.
Croaissant, pan au chocolat y esa cosa con crema de almendras.

Hay cada vez saber un poco más y entender como es aquí.
Conocer la familia de Stephane.
Conocer nuevas costas y otras ferias americanas.

Pero sobre todo es Isabel y Livia.
Verlas.
Cada una.
Juntas.
Escucharlas.
Las sonrisas, los llantos, las lágrimas y las caras.
Compartir el sueño.
Caminar con el carrito.
Hacerla dormir.
Cantar.
Cambiar pañales.
Horas en el auto.
Escuchando los discos que tomamos prestados de la biblioteca.
Ver partidos.
Cenar.
Desayunar.

Es oro.
Es ahora.

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