En un rato mi hermana pequeña viaja a Suecia, y nos despedimos como si fuese que va a pasar un tiempo largo antes de volver a vernos.
Tal vez era la excusa perfecta para darnos el abrazo que nos hacia falta.
El abrazo de que estamos bien.
De tal vez habernos extrañado por más que no queríamos admitirlo.
Maldita orgullo que no sirve para nada.
Aunque pienso que también tiene algo que ver.
Eso de que se va a Suecia.
Que por más que vayas unos días nomas, queda lejos.
Es lejos.
Y hace falta de aquellos abrazos fuertes y largos.
Siempre mueve algo.
Revuelve algo.
Cuando viajan a casa.
Cuando tocó las tres de la tarde agarré la bicicleta y me fui para Barracas para que Linda meta tijera, ideas y opiniones en mi pelo gastado invernal.
Para que meta más primavera y menos peros.
Después me mostró su hermosa casa en la antigua fábrica de textiles.
Hermoso lugar, ventana, piso, cocina y muebles.
Olor a hogar y a mucho amor.
Si, muchísimo amor.
Yo lamentaba por no haber encontrado la cámara todavía.
Llevamos su humus hecho de chauchas y fuimos a la terraza donde se estaba bajando el sol.
Donde no había nadie más que nosotras y esa vista sureña.
Ella contando de su hoy cumpleaños de estar aquí un año.
De como para ella volver fue linda sensación.
De su también miedo a subirse a esos aviones y de que por justamente eso es mejor volar sola.
Enfrentarlo sola.
Preguntarnos porque recién ahora hicimos esto y ya quedarse para volver a pateando conocer esta hermosa ciudad.
Sábado it is.
Volver a subirme a la poderosa y no estar lo suficiente abrigada.
Se nota que alguien esta adelantada mal.
No solamente por las reservas.
No no, por los otros acostados también.
A que cuando hace 36 grados de verdad voy a arrepentirme más que ahora.
Queda una obligación más antes que esto.
Que más que obligación es placer.
Porque ahora estamos en un nuevo lugar que es aún más lindo que el otro lugar.
Y que todos se quedan asombrados.
Porque los mío de los lunes son cada uno muy especial.
Cada uno con su particularidad.
Cada uno tiene su lunar, su cicatriz, su picarón, y su flequillito de justamente eso que no se sabe explicar.
Es eso que cuenta.
Sin eso, yo no sé.
Tal vez era la excusa perfecta para darnos el abrazo que nos hacia falta.
El abrazo de que estamos bien.
De tal vez habernos extrañado por más que no queríamos admitirlo.
Maldita orgullo que no sirve para nada.
Aunque pienso que también tiene algo que ver.
Eso de que se va a Suecia.
Que por más que vayas unos días nomas, queda lejos.
Es lejos.
Y hace falta de aquellos abrazos fuertes y largos.
Siempre mueve algo.
Revuelve algo.
Cuando viajan a casa.
Cuando tocó las tres de la tarde agarré la bicicleta y me fui para Barracas para que Linda meta tijera, ideas y opiniones en mi pelo gastado invernal.
Para que meta más primavera y menos peros.
Después me mostró su hermosa casa en la antigua fábrica de textiles.
Hermoso lugar, ventana, piso, cocina y muebles.
Olor a hogar y a mucho amor.
Si, muchísimo amor.
Yo lamentaba por no haber encontrado la cámara todavía.
Llevamos su humus hecho de chauchas y fuimos a la terraza donde se estaba bajando el sol.
Donde no había nadie más que nosotras y esa vista sureña.
Ella contando de su hoy cumpleaños de estar aquí un año.
De como para ella volver fue linda sensación.
De su también miedo a subirse a esos aviones y de que por justamente eso es mejor volar sola.
Enfrentarlo sola.
Preguntarnos porque recién ahora hicimos esto y ya quedarse para volver a pateando conocer esta hermosa ciudad.
Sábado it is.
Volver a subirme a la poderosa y no estar lo suficiente abrigada.
Se nota que alguien esta adelantada mal.
No solamente por las reservas.
No no, por los otros acostados también.
A que cuando hace 36 grados de verdad voy a arrepentirme más que ahora.
Queda una obligación más antes que esto.
Que más que obligación es placer.
Porque ahora estamos en un nuevo lugar que es aún más lindo que el otro lugar.
Y que todos se quedan asombrados.
Porque los mío de los lunes son cada uno muy especial.
Cada uno con su particularidad.
Cada uno tiene su lunar, su cicatriz, su picarón, y su flequillito de justamente eso que no se sabe explicar.
Es eso que cuenta.
Sin eso, yo no sé.
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