Monday, 26 January 2015

Pizza, cerveza y fainá

Agustín nos invita a comer tacos y a ver esos fuegos artificiales que se veía reflejándose en el edificio allí un poco lejos.
Habíamos intentado de meternos entre la gente para ver algo.
Pero había más personas que ganas.
Y que era mucho más tentador ir a los de Agustín y tomar cerveza sin choques de codos.
Dos bebés que después se quedaron dormidos, cada uno en su colchón.
Y cinco adultos un poquito acalorados pero también un poquito en el cielo.
El de verdad.

Ayer tomamos un 33 que parecía que estaba compitiendo por ser el colectivo que más personas llevaba.
Y nos bajamos donde los aviones suben.
Caminamos por la costanera norte.
Bondiola, check.
Pescadores, check.
Aviones, check.
Rio, check.
Calor, check.
Si, estaba todo como tenía que ser.
Caminamos caminamos caminamos.
Hasta llegar al parque de la memoria.
Y allí frenamos todos.
No se si es por donde queda el parque.
Por lo que se ve por los costados.
Pero hay silencio.
Una calma que no se encuentra fácilmente.
Algo te llega.

160 con aire acondicionado nos dejo en Plaza Italia y caminamos por nuestra vieja calle.
Esta cambiado.
Hay otros negocios, torres y restaurantes ahora.
Pero el edificio sigue allí.
Parece tan pequeño comparados con los otros.
Siempre esta la idea que tal vez la próxima vez que paso, no va a estar más.
Igual esta bien guardado los recuerdos lindos de esa época, como un viaje.
Y en mis cajones están los souvenirs que compré, que me regalaron o que encontré por allí.

Hamburguesa en Henri y cruzamos las vías para ir al Mercado de Pulgas en El Dorrego.
Caminamos y siempre es "debe ser la próxima".
Y en el camino descubrimos cosas lindas, justamente porque no debe ser esta, es la otra.
Lo que es totalmente distinto es el mercado.
Parece otro lugar de la que había conocido yo.
Ahora esta ordenado y estructurado.
Muy pipi cucu.

A la vuelta es taxi.
Aprovecha dice mi hermana.
Es verdad.
Pasamos por las calles escuchando a Jose Luis Perales y Soda Estero.
Isabel y yo nos ponemos todas nostálgicas y románticas, cantando las canciones que ponía madre en nuestra infancia.

Como era el cumpleaño de Stephane decidimos hacer una ronda de pizzerias.
La idea era comer una porción en varios de los clásicos.
Al final fuimos a dos.
Empezamos en Guerrin.
Pizza, cerveza y fainá.
Parados, como se debe, entre todas las personas y el ruido.
Buenísimo!
Después fuimos a Los Inmortales.
Aaaaaaaaños que no iba.
En la cuadra para allá empezamos a quitar los papelitos que pegaba en chico con números hot para llamar.
Tuvo efecto ola.

El mozo en Los Inmortales era serio, pero para nada enojado.
La segunda pizza riquísima.
Esta todo en el queso.
Llegamos a esa conclución.
Regalo pero sin soplar velas.
Pero helado si!
En el vesuvio, que también estaba en la lista de cosas para comer de Isabel.

Todos muertos de satisfacción, calor, insolación y cansancio, volvimos en el 29 y terminó otro día para meter en el cajón de los souvenirs.

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