El día empieza con un no quedarse dormida y una foto del globo.
Tres mates más tarde es la vuelta del perro para luego pasar por la verdulería.
Hablar con la señora macanuda que se olvidó de comprar albahaca.
Llevar un brazo más pesado que el otro por insistir en llevar sandía para el desayuno.
El desayuno es ponerse al tanto con Eva y El Miguel que nos cuenta cuanto extraña a su nieto.
Vemos las bolsas de ropa y después llega el equipo de muchachas que son mis hermanas y La Livia.
Me toca ser guía en el tour de la iglesia.
Y es un poco privilegio me doy cuenta en ese momento.
Poder estar en un lugar así.
Ahora ser espectador y uno poco parte de lo que está pasando.
Compartir el espacio con unos pintores que llevan un par de semanas transformando la iglesia.
Estarán al tanto de su rol tan importante?
Que todo va a quedar en esos paredes.
Se darán cuenta que son parte de una obra mismo y que para siempre quedaran sus manos, pensamientos de ese mismo momento y la música que sale de su radio,
su gotas de traspiración, su cansansio y su dolores de músculos en esos paredes.
No muchos vas a saber de eso.
Nosotros si.
Después dejamos los paredes de piedras que nos protege de un verano no tan intenso.
Es el 25 que nos lleva para Pompeya para chusmear entre ropa usada.
Caminar por Saenz y cada vez ser más experta en como conducir un cochesito en esta ciudad.
Y eso de ser tres distintas pero iguales en lo que somos.
Sentirte más fuerte por eso.
Son cuatro vestidos, tres lentes de sol y una por quedarse dormida.
Seguimos a Proa.
Para tirarnos en los sillones afuera y sentir el viento un poco más fuerte.
Ver como preparan un escenario para mañana.
Café forte y soltar a Isabel.
Que vaya a andar por ahí (y comprar arepas, arepas Lala! para la cena).
Vicky y yo quedamos en ser tías responsables.
Creo que cumplimos.
Cenamos en la casa que ahora es la casa de todos.
Es muy acogedor.
Eso de, che me tomo una ducha.
Compartir toalla y desoderante.
Preparar la ensalada como si fuese en tu cocina.
No hacer nada.
No decir nada importante.
No hablar.
Estar en eso es disfrutar de un lugar que hacía mucho venía extrañando.
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