Tuesday, 10 March 2015

Lágrimas de cebolla

Estoy de viaje.
Hace dos días que llegué a este lugar que tiene algo que me resulta familiar en las puntas.

Todo fue después de que vimos ese señor caminar demasiado rápido y abrigado por ser en el mes de marzo.
Venía para nuestro lado y había algo nervioso en el aire.
Volvimos a entrar en la casa y decidí no irme.

Esa noche dormí inquietamente molestado.
Los mosquitos me comían.
El ventilador hacia ruido y el calor me hacia traspirar.
Todo era una molestia.

Pero al fondo era lo otro que hacia que no podía dormir.
Algo que me impedía seguir mi camino.
No el señor en si.
Era todo lo que el representaba.

Cuando llegué a casa después del tren y de sentir que iba al revez que la gente normal, empezé a hacer la valija.
Tenía que hacer el viaje.
Primero el baño, el desoderante, sacar el perro y pagar el alquiler.
Después estaba lista para arrancar.

Nerviosa y ansiosa.

Todo salió bien.
El camino resultó ser suave y sin problemas en las fronteras.

Ahora estoy acá.
También hay mosquitos, calores y sistemas de ventilación que hace ruidos fuertes.
Pero hay algo aquí que me deja dormir y llegar cansada de noche.

Hay algo que pasa en esa mesa que nos atrapa y nos aleja del mundo real que pasa a 13 metros de allí.

Mañana nos dió el día libre para que paseamos por este nuevo lugar.
Para que caminemos calles que no conocemos.
Para que nos perdemos.
Para que probamos y animamos a hablar este nuevo idioma, sin prejuicios.
Sin miedo que alguien nos juzge.

Yo empezé el día libre de mañana esta misma noche.
Fui a la verduleria y compre verduras que no consco y me puse a cocinar algo nuevo.
Un experimento.
No contesté los teléfonos porque quería estar en ese mundo de hornallas prendidas, lágrimas de cebolla y sudor por la espalda.

Debe ser eso lo que se refieren cuando dicen esta hecho de amor.

Estoy de viaje y quiero que dure mucho tiempo.


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