Septiembre, siempre venís con cucharras de verano antes de lo previsto.
A mi das mañanas lentas y un volver a encontrarte.
En bar roma me encuentro a mi.
Cada mañana.
Algo con la companía.
El sonido de las sillas de la gente que se levanta y se sientan.
La mesera que saluda a los clientes con sus nombres.
Los pedidos que se echucha y los cafés que llegan sin ninguna palabra.
Yo llego a juntar tres alfajorsitos, de los que acompañan el café, antes de cerrar el libro y Pablo.
La noche anterior festejamos el año nuevo judío en lo de Marcela.
Vicky y Matias me invitaron a conocer.
A comer.
Era una mesa redonda, tirando a ovala.
Platos antiguos, arenque, pan con amapola y nitches?
Dos postres y el cuento de cuando el perro de Cintia casí fue preso.
Fue un lunes extraordinaria. Por todo eso.
El taxista que nos llevó de vuelta a casa era de los silenciosos.
Pero cuando esperábamos para que el semáforo cambie de color, dejó picando un; vientos de lluvía.
Nada más.
Creo que un poco me gustó.
Que la noche se cerrara con esa frase.
A mi das mañanas lentas y un volver a encontrarte.
En bar roma me encuentro a mi.
Cada mañana.
Algo con la companía.
El sonido de las sillas de la gente que se levanta y se sientan.
La mesera que saluda a los clientes con sus nombres.
Los pedidos que se echucha y los cafés que llegan sin ninguna palabra.
Yo llego a juntar tres alfajorsitos, de los que acompañan el café, antes de cerrar el libro y Pablo.
La noche anterior festejamos el año nuevo judío en lo de Marcela.
Vicky y Matias me invitaron a conocer.
A comer.
Era una mesa redonda, tirando a ovala.
Platos antiguos, arenque, pan con amapola y nitches?
Dos postres y el cuento de cuando el perro de Cintia casí fue preso.
Fue un lunes extraordinaria. Por todo eso.
El taxista que nos llevó de vuelta a casa era de los silenciosos.
Pero cuando esperábamos para que el semáforo cambie de color, dejó picando un; vientos de lluvía.
Nada más.
Creo que un poco me gustó.
Que la noche se cerrara con esa frase.
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