Son trece años atrás.
Hay un sol, pero no me puedo acordar si es de los que queman o de los que dan el calor que necesito.
Es el auto de mamá y estamos llendo a uno de los bibliotecas de los suburbios de Malmö para devolver libros que hace semanas ya deberían haberse vuelto a sus estantes.
Es esa canción y mamá sube el volumen.
Creo que estamos solas.
Es Ella y yo.
El auto va rápido y cantamos.
Ella para afuera y yo adentro en mi cabeza.
Nos reimos.
Son tres minutos y veintiseis segundos.
No más que eso.
Tres minutos y ventiseis segundos donde no existe otra cosa y donde no hay nada de afuera que intervenga a nuestro mundo.
Doscientosseis segundos que trece años más tarde los tengo tan cuidadosamente guardados, tán cerca de la piel, que las puedo sacar y tocar, y luego volver a guardarlos en la estantería de las cosas que no llevan nombre.
Hay un sol, pero no me puedo acordar si es de los que queman o de los que dan el calor que necesito.
Es el auto de mamá y estamos llendo a uno de los bibliotecas de los suburbios de Malmö para devolver libros que hace semanas ya deberían haberse vuelto a sus estantes.
Es esa canción y mamá sube el volumen.
Creo que estamos solas.
Es Ella y yo.
El auto va rápido y cantamos.
Ella para afuera y yo adentro en mi cabeza.
Nos reimos.
Son tres minutos y veintiseis segundos.
No más que eso.
Tres minutos y ventiseis segundos donde no existe otra cosa y donde no hay nada de afuera que intervenga a nuestro mundo.
Doscientosseis segundos que trece años más tarde los tengo tan cuidadosamente guardados, tán cerca de la piel, que las puedo sacar y tocar, y luego volver a guardarlos en la estantería de las cosas que no llevan nombre.
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