Trece cuadras abajo ese sol fuerte, ardiente y hambriente de pieles blancas para quemar.
Como el mío.
Lo hace silenciosamente.
Y es recíen a la noche que me doy cuenta el daño que me hizo.
Que me hago.
Por no protegerme.
Hay algo en ese silencio caliente a esa hora cuando no se debe.
La hora prohibida.
Que me tienta y me hace salir.
Entrar en eso.
Empiezo nuevo libro.
Y me llega.
Después pasa Linda con su pancita por el trabajo y me hace companía.
Dice que siempre va a ser así.
Eso me consuela en el mismo tiempo que me inquieta.
Las piedras del piso estan traspirando.
Como todas las personas que entran por esa puerta gruesa de madera.
Pero cuando después de Natalia y Patricio salgo de allí y entro en esa capa húmeda, es más como un abrazo que otra cosa.
Como el mío.
Lo hace silenciosamente.
Y es recíen a la noche que me doy cuenta el daño que me hizo.
Que me hago.
Por no protegerme.
Hay algo en ese silencio caliente a esa hora cuando no se debe.
La hora prohibida.
Que me tienta y me hace salir.
Entrar en eso.
Empiezo nuevo libro.
Y me llega.
Después pasa Linda con su pancita por el trabajo y me hace companía.
Dice que siempre va a ser así.
Eso me consuela en el mismo tiempo que me inquieta.
Las piedras del piso estan traspirando.
Como todas las personas que entran por esa puerta gruesa de madera.
Pero cuando después de Natalia y Patricio salgo de allí y entro en esa capa húmeda, es más como un abrazo que otra cosa.
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