Tuesday, 15 March 2016

Del otro lado del autopista

Las calles son viejas y mezcladas con sol de tarde que arde justamente.
Sin que nadie se lastima.

El carnicero es el psicólogo del barrio y arregla todo desde rupturas amorosas hasta problemas laborales.
Con su remera de la selección y su pelo largo atado en una goma, inspira confianza y seguridad.
El pago de la sessión puede ser 200 gramos de chuleta o medio kilo de carne picada.

Hay muchas cosas para contar de y desde este lugar.
Cosas que van más allá de los mosaicos por Lanín, las cartas que llegan y salen por Feijoo y el constante olor a pan de las chimeneas del Vea.

Pero todo a su tiempo supongo.


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