Monday, 7 March 2016

El barrio nunca está tán silencioso que cuando se juega un superclásico en el monumental

Los espero en San Juan y Tacuari.
El sol está en su último esplendor de luz antes que empieza el atardecer.
Llego temprano y es tranquilo.
Esa parte de San Telmo que es lo menos San Telmo.
Después de un rato aparece Micke en su pequeño y impecablemente rojo wolksvagen.
Kubrick en el asiento a lado de el y con la ventana abierta.
Supercanchero.
Como si nunca hubiese hecho otra cosa que andar en autos con ventanas abiertas.
Hasta pareciera desiluciunado que el paseo termine allí.
Micke contó de sus aventuras.
Del parque, el flan y los 4 kilómetros que corrieron juntos.
Un plus de hormonas por ahí y lindos dientes.
Cosas nuevas.

El se fué para el cine y Kubrick y yo volvimos por otras calles.
La donde está ese bodegón que casi nunca veo y cuando lo veo pienso siempre lo mismo.
El dueño estaba limpiando el locál escuchando el partido de un televisor al fondo.
Todas las cuadras estaban igual de silenciosas.
Y con la voz del locutor.

Llegando a La Boca, aún más silencioso.
Salvo los cuatro chicos jugando fútbol y una chica haciendo yoga, no había nadie.
Nosotros nomás y algo diferente en el aire.




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