El café más deseado en el mundo es el de ahora.
Hoy nos desabrigamos por 33 grados y 50 de humedad.
Hay en mi cabeza y se siente en las rodillas.
Es el pegateo pegajosamente hermoso.
A mi me gusta dice Agus en el auto y entra aire por la ventana.
Es el segundo día que vamos a VEA y hacemos shopping relámpago.
En foto parece más el club de amigos.
Hay un pucho, una computadora, mate y galletitas salvado.
Y se dieron cuenta de que uno nunca dice galleta. Dame una galleta.
Es siempre galletitas. Como si fuesen tan chiquititas.
Lala trae el ventilador y su caja que es casí más grande que ella.
Es simpático.
Yo lo sigo llevando al teatro dónde sumo mal. Malsumo.
Que eso es algo mío creo. Sumar y armar antes que se arme. Un por las dudas.
Casí siempre saco la cuenta mal. Las matemáticas y yo, nunca nos llevamos bien.
El calor me sale en las piernas y pies y tocan cosas que no deben tocar.
Golpeo fuerte y duro. Sale así.
Por suerte la otra parte siempre es más sensato y es un cruzarse con Mauro, el Uruguayo símpatico.
Pregunta como estamos y escucho bien.
Estamos bien.
El vino es tan feo que se convierte en rico.
La provoleta tan dura que casí vuela sobre el restorant cuando trato de cortarme un pedacito.
Y el ventilador.
La figura fantasiosa que puso las cosas en su ordén y me hizo escuchar esas dos frases que quería escuchar.
Pronto sigue la acción en la iglesia y esperemos que llueva esta noche.
Es lo que nececitamos todos.
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