Tuesday, 29 November 2011

Tender

Bo Kaspers Orkester canta y por más que las letras vienen de lejos lejano lejanas, me llegan.
Cruzan bosques, mares, estaciones y montañas.
Es camino de tierra.
Como la que caminé ayer con Anita.
Un camino todavía no descubierto en la reserva.
Habíamos ido para refrescar.
Que en la orilla si hay viento.
Y que bien que te hace un lunes pegajoso.
Nos quedamos hasta las horas más tardes que se podía. Y más aún.
Nos elegimos caminos largos para volver. Un poquito en laburinto, nos escondimos dónde el viento nos soplaba más y que se veía esos barcos que siempre me hace pensar en mi padre.
Estaba ese sol de tarde y me llené de la sensación de estar otra vez lejos.
De la ciudad. Podriamos estar en uruguay y nos gustaba ese pensamiento.

De golpe sin avisar llegó el verano y yo pensaba que estaba preparada y no estaba.
Todavía no armé el ventilador de Lala por demasiado calor en mi.
Son muchas duchas frías y litros de agua.
Lo lindo es que tengo un algo de jardín.
Aunque por ahí hay que hablar bajito por Sergio.
Ayer terminamos allí. Con patas sentiendo pasto y luces de neon reflejandose en el muro blanco. Ya era de noche.

Ella se tomo el 4 y yo volvía escuchando los pájaros que a las ocho suenan distinto a los que hablan a las 5.
Como nosotros las personas también supongo.

El sábado estaba hermoso por la noche.
Creo que disfruté por primera vez la casa habitada y su terazza que ahora tiene otros colores. Hasta más lindas diría yo.
Conocí un Esteban hermoso y cantamos un poco, vos y yo.
La Cornelia había hecho comida thai riquísima. Fué su despedida.
Yo tenía cansancio hermoso. De las mejores.

Domingo y Eli nos invito a su terazza que tiene blanco y un pelopincho dónde entran 5 chicas lindísimas. El blanco va lindo con el cielo que se ponía rosa al bajar en sol.
Nosotras también bajamos a la tierra tarde y fuimos a conocer Boedo de noche y tropical.
Sentí que estábamos otra vez lejos.
En el 53 vuelvo a la realidad que tampoco está nada mal, aunque me gusta porque es un poquito parte de este cuento extraño.
Son días de sentir que es un cuento y que no soy parte de.
Los arboles verdes, la calle hermosa, los pájaros hablando, eso de extrañar hasta que duela, traspirar, questionar mi suecidad, suciedad estoy y no estoy. Allí.
Como la luna hermosa de esta noche. También es parte de este cuento.

A las cinco quiero volver sola a mi casa.
Que la mañana sola era mía.
Y que el día siguiente disfrutar de otro mañana de dos cafés suaves y lentos, de salmón que sobró y de que alguien tenía que comerlo.
Volver a tirarse en la cama y pensar que ya cae la lluvia, que no cae y salís.
A ahogarte y ecantarte en el mismo tiempo de esa pegajosidad.
Entonces pienses en mil y nada.
En talvéz uno podría volver. O irse a otro lugar.
A un otro sitio. Dónde espera casa no habitada, casa en otro idioma.
Donde sí puedo subir fotos y bailar.

Mientras pasa la vida. Y eso es atender llamadas raras, terminar foto y hablar con Gustavo, hacer esos planes, tener la espalda caliente, soñar con playas y caminos de tierra, acordarse de la paz, comer pepparkakor con mate, caminar mucho y ensusiarse, seguir nadando y tomar café con Lala y desear que no me deje.

Y habló en teléfono con ellos, los mios, del otro lado del mundo.
Dónde está pasando no tanto frío pero si sentimientos navideños.

Y lo más lindo de todo en este momento es que llovió, refrescó y que todas las mañanas ultimamente hay olor a tostadas en mi edificio.

1 comment:

  1. precioso, tanto o más que la luna

    y no sé si debés armar ese ventilador, creo que la lala no está tan convencida y puede que lo necesite

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