Monday, 5 November 2012

la rosa de chocolate


La foto la robé de Vicky.
Es un poco de nostalgia y pensamientos estos días.
De ese puente, ese mar, esa ciudad.
Su cielo y lo que lo rodea. Significa. Ciones.
Despertarme en el medio de la noche y que me llega ese pensamiento.
De lo que ellos no saben de.
Compartir paredes, ropa para lavar y pilas de vestidos.
Esas cosas pequeñas. Significativas.
Al final fué un poco de vacaciones igual.
No fué mar.

Pero si río, calor, el patio atrás y con bata.
Y ahora pasó.

Lo dificil.
Es. Que.

Tenemos vecinos ruidosos. Muy.
Y perros que ladran. Mucho. Por las mañanas.
Entonces el sábado me desperté temprano, agarré la bicicleta y fuí a comprar más tierras y plantas.
30 grados y volver.
Baldear, plantar, suspirar al resultado y no escuchar vecinos.
Si.
Después a la noche prender velas, un montón y tirarse en el sillón de mimbre.
Mirar el cielo cuando está por hacerse de noche de verdad y escuchar los pájaros.
Casí no se puede creer este lujo que me está tocando.

La otra noche hubo partido en el barrio.
Se veía y escuchaba helicópteros.
Los vecinos del barrio hacian asado en la vereda.
En su vereda.
Y después cuando volví del teatro y salí a caminar con Kubric, pensé en eso.
Que en este lugar, siento que la calle y sus veredas son más de nosotros que de los autos.
Y de que eso es muy lindo.
Poder caminar en el medio de la calle, a las 2 de la mañana, escuchar los pasos de uno y la respiración del perro.
Ojalá se puede seguir haciendo eso un ratito más.

El teatro estuvo bueno e intenso.
Pero lo que más se cuenta fué el antes y el después.
La ida en bici con hinchas.
Y el después con la charla.
Sobre esa mesa gruesa y de madera oscura, decir las cosas verdaderas.
Con ellos a mi me sale el lado sin filtro.
Y creo que de ellos también.
Me gusta el no tener que cuidar o proteger.
Es esto.
Lo somos.

El domingo amanece tranquilo, temprano y con un poquito más de vientos.
Es alivio y poder respirar más profundo.
Encuentro a Kubric escondido y la casa durmiendo.
Paz.es.
Después teñimos pelos y no queda como era el plan, pero queda bien igual.
Siestas y el café negro.
Vuelven tíos y nosotras agarramos bicicletas rojas y salimo en la tarde.
Que para varias costumbres y horarios.
Es la hora perfecta.
Esquivamos los millones de personas.
Yo los trato de ver como otras cosas.
Más de película.
Es divertido así.
El río está en vientos y llega hasta la cara.
Que cuando el sol baja uno se quiere abrigar.
Eso es el día perfecto.

Cuando el día está por terminar, salimos a buscar un helado.
Pero terminamos en una terazza que siempre estuvo, pero ahora se ve con otros ojós.
Es una mesa redonda y de madera, una lámpara que da la luz suave y ellos dos.
Se ve la cancha y la construcción de y de.
Y todas esas otras cosas.

Hoy tomé el tren de regreso y en mi bolsillo llevo este fin de semana.









 

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