Es la misma estación, pero esta vez con sol y y vengo más preparada sin tener más cosas en la mochila.
Saber como es un domingo en su casa.
Conocer la luz que entra y a que hora.
Dónde se lee el diario y donde se come las medialunas.
Es una casa dónde se toma mate constantemente.
El mate es como la estufa.
De ahí sale calor.
Hacemos llamada de larga distancia.
Pero no hay tantas distancias.
Es tenerla en la mesa con nosotras.
No se siente todos los páises que nos separa.
Y que están allí en el medio.
Después subimos a la terazza.
Hay que escalar un poco.
Ahí arriba todavía hay sol de tarde, que está bajando.
Pero está.
Y da calor a espalda, mequillas y pies.
Ahí arriba ves otras cosas.
Escuchás otros sonidos.
Ellas se ponen a pintar.
Yo duermo la siesta.
Hasta que la última gotita de sol nos toca.
Y de golpe y tán radical y chocante casí.
El frío de otoño.
Nos hace acordar.
Que va a haber que prepararse.
Para otros tiempos más abrigados
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