Te habla de un país que se llama Belize y que ella duerme al lado de la laguna, el muelle y las estrellas.
Entonces vos te pones a buscar la bandera de ese lugar.
Como para sentirte un poco más cerca.
De ese muelle y esas estrellas.
Y te sentís tan lejos.
Tan cerca.
Después es esa mañana que tanto te gusta.
Para hacer el ritual de ir a la panadería y sentir el sol en el hombro izquierdo.
Para cruzarte con la señora dueña que casi siempre está en la caja.
Ella es amarga por afuera y dulce por adentro.
Tiene que ser así pienso.
Por su manera de mirarme.
Y que hacía rato que no usábamos el patio.
Entonces,
hoy lo usé con sofá, crucigrama, camera analógica y todo.
Desayuno y cena.
Barrí atrás porque Lise había barrido adelante primero.
Regué y colgué los nuevos jardineros en la soga.
Las que no necesito.
Mi debilidad.
Ayer fue una noche con medias largas y botas.
Batatas fritas, tres vinos, un let´s twist again y candombe.
En el nuevo lugar favorito.
Que lindo haberlo encontrado recién ahora.
Ahora es febrero llegando a su fin.
Que es el comienzo de otras cosas.
Va a ver un bebé.
Una nueva persona.
Vida.
Es un hablar con alguien de afuera que tal vez pueda ayudar el por adentro.
Intentar a escribir en Belgrano tal vez, por más que queda lejos.
Un plan de panqueques. Si me salen.
Un Del Viso. Me tiene que salir.
Animarme a desvestirme del nuevo vestido.
A mirar más adelante como en frente y no tanto por donde piso.
Total siempre va a ver caca de perro y una que otra baldoza floja en tu camino.
Por más que crees que estás atenti.
Así que.
Mejor levantar nuca.
Abrir ojos para ver los otros.
Va a ser mi meta para esta semana.
La última de febrero.
Con jardineros nuevos de la feria.
Creo que va a ser una linda semana.
Lo puedo oler.
