No pude evitarlo.
Agarré dos cajas más.
Porque eran de madera y antiguas.
Porque empiezo a fantasear y veo más que cajas de madera.
Veo una mesa del living y una biblioteca.
Sven traspirando.
Subiendo, bajando por escaleras.
Su sudor dejaba manchas en su camisa cuadrada.
Pero estaba contento.
En el medio de todo eso.
Eva me manda fotos hermosas.
Ebba rie y después llora y luego llora nuevamente.
Ella no tapa nada.
No se disfraza de nada y de nadie.
Es.
Entonces no me sale otra cosa que abrazarla y decirle que me tiene si es que quiere.
Me habla de su amigo que se murió que era todo amor y locura a la vez.
Del funeral que es mañana cuando ella se va a subir a un tren que le va a llevar a Rosario para después un Córdoba.
Y que justo y preciso que viene ese viaje para ella.
Pienso yo.
Gustavo conecta conecta y conecta.
Compartimos la tarde en redes, cables y placas de wifi.
Dos cafés y paredes de piedras.
En cambio Ricardo corta y saca.
Tira.
Dos polos opuestos.
Yo trato de unirlos.
Encontrar un camino en el medio.
Inger me regala un montón de paltas.
Duras como piedras.
Para que lentamente como yo, maduren.
Con el sol que entra por la ventana redonda.
Y cuando se hace demasiado tarde vuelvo a casa con esperanzas.
De aquellas que son como lunares de colores en un cielo gris.
Damos la vuelta con Kubrick.
Vuelvo para la clase de los jueves.
Están todos.
Pero no se cuanto realmente están.
Con Laura y Ariel vamos al britanico porque nadie tiene ningún apuro para volver a nuestras casas.
Hay noches que es lindo que sea así.
Agarré dos cajas más.
Porque eran de madera y antiguas.
Porque empiezo a fantasear y veo más que cajas de madera.
Veo una mesa del living y una biblioteca.
Sven traspirando.
Subiendo, bajando por escaleras.
Su sudor dejaba manchas en su camisa cuadrada.
Pero estaba contento.
En el medio de todo eso.
Eva me manda fotos hermosas.
Ebba rie y después llora y luego llora nuevamente.
Ella no tapa nada.
No se disfraza de nada y de nadie.
Es.
Entonces no me sale otra cosa que abrazarla y decirle que me tiene si es que quiere.
Me habla de su amigo que se murió que era todo amor y locura a la vez.
Del funeral que es mañana cuando ella se va a subir a un tren que le va a llevar a Rosario para después un Córdoba.
Y que justo y preciso que viene ese viaje para ella.
Pienso yo.
Gustavo conecta conecta y conecta.
Compartimos la tarde en redes, cables y placas de wifi.
Dos cafés y paredes de piedras.
En cambio Ricardo corta y saca.
Tira.
Dos polos opuestos.
Yo trato de unirlos.
Encontrar un camino en el medio.
Inger me regala un montón de paltas.
Duras como piedras.
Para que lentamente como yo, maduren.
Con el sol que entra por la ventana redonda.
Y cuando se hace demasiado tarde vuelvo a casa con esperanzas.
De aquellas que son como lunares de colores en un cielo gris.
Damos la vuelta con Kubrick.
Vuelvo para la clase de los jueves.
Están todos.
Pero no se cuanto realmente están.
Con Laura y Ariel vamos al britanico porque nadie tiene ningún apuro para volver a nuestras casas.
Hay noches que es lindo que sea así.
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