Cuando hace mucho calor es el día que decidimos hacer los lussekatter.
No nos importa nada y nos salen más suaves y tiernos que nunca.
La masa es como masticar un algo del más allá.
Si, estoy orgullosa y necesito exlamarlo.
Tal vez salieron tán ricas por el secreto de la ricotta que no es un secreto.
O porque estaba Kubrick.
O porque era linda la idea de estar las dos hermanas suecas haciendo algo supersueco en una casa superargentina abajo un cielo con nubes cargadas y con ganas de convertirse en aguas.
Toffee hicimos también, sisi.
Que desubrimento peligroso.
En mesa redonda y de madera había papeles, tijeras, pegamento y todas esas otras cosas que se necesita para hacer cositas con las manos y el pensamiento.
Vicky tenías ideas lindas.
Algunas cosas salieron lindas, otras no tanto.
Pero era más el reirse y sentirse de seis años de nuevo.
Me había olvidado de lo divertido que era.
Pusimos música navideña y prendimos un fuego en el televisor.
Después se descargaron los nubes, llegaron rayos y el viento hizo volar las cosas de su balcón.
Y se puso oscuro.
Prendimos velas y era como queríamos.
Después de la tormenta, un martini y antes que bajara el sol agarré el camino de regreso.
La ciudad siempre hermosamente calmo y apagado después de las lluvias.
Yo con la pansa llena de lussekatter,toffee y la bolsa con los adornos que hicimos y la que me regaló Vicky porque a ella le salió lindísima y a mi no.
Kubrick feliz y agotadísimo de tanto acción en dos días seguidos.
Ahora la casa está un poco más linda que antes.
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