Thursday, 31 July 2014
Dieta Suave
Salvo por el 168 que pasa a ciento diez, el barrio se encuentra extraordinariamente silencioso.
Las personas, sus obras y los negocios.
Es noche nublado, sin vientos y casi ni un gramo de frío.
Hablan de la humedad y de sacarse la ropa.
Pero la ropa igual se seca.
No se donde están los otros dueños de perro paseando sus perros.
Es Kubrick y yo.
El silencio y nuestros pensamientos.
Hoy andan en el equilibrio que yo tanto ando pensando en.
Hablando de.
Hasta a veces diciéndolo con el dedo.
Después soy yo la que caigo en justamente eso.
El dedo me toca a mi.
Me hace no dormir y caminar agachada.
Reconocí ese dolor.
Pensé que sabía de lo que se trataba.
Que esta vez iba a estar preparada y fuerte.
Y que me iba a recordar como eran los pasillos del Algerich del otro lado.
Donde dice prohibido pasar.
Tal vez porque seguramente vas a ver cosas que no vas a querer ver.
Y que al final, todos pueden pasar a ese lugar.
Nadie te va a prohibir.
Cuando te das cuenta de que todos que caminan por ahí están igual de perdidos que uno.
Que es yo.
Consultorio 100 con un médico que parecía un escritor.
Que hablaba igual que raro como yo.
Confundía Sueca con Croata.
"De Croacia me decías?" No, de Suecia.
Ah.
Y tres veces me preguntó si tenía alergia a algún medicamento.
Después a sacar sangre junto con el linyera que no lograban sacar nada de.
El insistía que tomaba mucho jugo de naranja.
Llevaba toda su vida en esa silla de ruedas.
Y parecía estar contento, al pesar que estaba en el hospital.
Hacer pis en una botella cortada y último la inyección de esa cosa mágica que no se que es pero que ayuda a sacarte encima esos dolores.
Magia.
Acostarte en uno de los cienes de sofás que hay en la iglesia y no querer moverte ni una gota más.
Porque encontraste la posición justa donde no te duela.
Y están todas esas personas que te dan tranquilidad.
Escuchar Rosa debatiendo bajito con Analía.
Eva dando clases a Alberto y así.
Todo como una guante suave de lana.
Algodón.
Mimo.
Después de todo resulta que no tienes nada.
Tu pis y sangre está perfecto.
Te dicen dieta suave y buscapina compromido.
Y tranquilidad.
Yo pienso que tengo falta de equilibrio.
Que esa es mi verdaderamente enfermedad.
Que sale así.
En revolución en la pansa.
De en vez en cuando.
Vicky me pasa a buscar.
Compramos los comprimidos y nos acostamos un rato juntas en la cama con la frasada que compré en la cruz roja en Francia.
Y creo que nos ayuda un poco.
Mis dolores se van de poquito mientras Vicky alarga sus cosas de a poquito.
Un intercambio de dolores capaz.
Las personas, sus obras y los negocios.
Es noche nublado, sin vientos y casi ni un gramo de frío.
Hablan de la humedad y de sacarse la ropa.
Pero la ropa igual se seca.
No se donde están los otros dueños de perro paseando sus perros.
Es Kubrick y yo.
El silencio y nuestros pensamientos.
Hoy andan en el equilibrio que yo tanto ando pensando en.
Hablando de.
Hasta a veces diciéndolo con el dedo.
Después soy yo la que caigo en justamente eso.
El dedo me toca a mi.
Me hace no dormir y caminar agachada.
Reconocí ese dolor.
Pensé que sabía de lo que se trataba.
Que esta vez iba a estar preparada y fuerte.
Y que me iba a recordar como eran los pasillos del Algerich del otro lado.
Donde dice prohibido pasar.
Tal vez porque seguramente vas a ver cosas que no vas a querer ver.
Y que al final, todos pueden pasar a ese lugar.
Nadie te va a prohibir.
Cuando te das cuenta de que todos que caminan por ahí están igual de perdidos que uno.
Que es yo.
Consultorio 100 con un médico que parecía un escritor.
Que hablaba igual que raro como yo.
Confundía Sueca con Croata.
"De Croacia me decías?" No, de Suecia.
Ah.
Y tres veces me preguntó si tenía alergia a algún medicamento.
Después a sacar sangre junto con el linyera que no lograban sacar nada de.
El insistía que tomaba mucho jugo de naranja.
Llevaba toda su vida en esa silla de ruedas.
Y parecía estar contento, al pesar que estaba en el hospital.
Hacer pis en una botella cortada y último la inyección de esa cosa mágica que no se que es pero que ayuda a sacarte encima esos dolores.
Magia.
Acostarte en uno de los cienes de sofás que hay en la iglesia y no querer moverte ni una gota más.
Porque encontraste la posición justa donde no te duela.
Y están todas esas personas que te dan tranquilidad.
Escuchar Rosa debatiendo bajito con Analía.
Eva dando clases a Alberto y así.
Todo como una guante suave de lana.
Algodón.
Mimo.
Después de todo resulta que no tienes nada.
Tu pis y sangre está perfecto.
Te dicen dieta suave y buscapina compromido.
Y tranquilidad.
Yo pienso que tengo falta de equilibrio.
Que esa es mi verdaderamente enfermedad.
Que sale así.
En revolución en la pansa.
De en vez en cuando.
Vicky me pasa a buscar.
Compramos los comprimidos y nos acostamos un rato juntas en la cama con la frasada que compré en la cruz roja en Francia.
Y creo que nos ayuda un poco.
Mis dolores se van de poquito mientras Vicky alarga sus cosas de a poquito.
Un intercambio de dolores capaz.